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INTRODUCCIÓN
Si el mundo fuera una poesía, la luna fuera mi casa y las estrellas mis ventanas, quizás el sol fuera triangular o tal ves podríamos ver el amor por ahí andar, si el mundo fuera una poesía, los elefantes rosados existirían y los desiertos azules casi fueran como las nubes, si el mundo fuera una poesía, y solo así juagaríamos banquita en el cielo y los truenos dañarían mi tarea, si en mundo fuera una poesía, quien sabe que maravilloso mundo seria, donde cantarían las sonrías y bailarían las gaitas por las cornisas, así conversaríamos con los arboles, y el oxigeno volaría con fragancias de colores, latieran mas los corazones, se suicidaría el odio con nuestras canciones, en donde el único sobrecalentamiento fuera el de la mentira y también no habría ira ni minas, hagamos del mundo una poesía y compartamos nuestra alegría 
Jesdan gauzdorte
“Gauz


El ultimo enunciado
 
Hablare menos, por que los mortales solo escuchan y no practican.
 
Por que andan sonámbulos caminando por esta vida, ellos viven por que la vida se lo exige, pero la vida se cansa y muere al ver que no has hecho nada con ella.
 
No puedo simplemente decirle a un ciego que vea;
 
Lisiados! moribundos, dueños de nada, incapaces de creer sin ver.
Nota: Recuerda que eres tu el que hace que las cosas sean imposible.
 

un cuentecillo pa ke lean


                  
  Contemplación
Camufladas en el celaje intenso del amanecer, se veía como las sirenas emergían de las siniestras profundidades, caminando, buscando rumbo lejos de sus aposentos mágicos; y en la playa, con un sol todavía ausente, un hombre persistía con la luz de sus pensamientos extraviado entre las estrellas, perdido en lo mas recóndito del firmamento, divisando quien sabe que cosa y fue ahí dentro de la bruma que florecía del las olas donde este vio a su sirena, tan profunda era su mirada casi como cuando el sol rebasa toda la atmosfera par alumbrar los pétalos de la mas humilde flor, tanta fue la hermosura de su contemplación que la sirena se incendió en una llamarada boreal que le polinizo las entrañas, ella se sumergió en sus pupilas, todos los segundos pasaban agitados cansados de andar, hasta el punto de fraccionarse, era como si la brisa ya no los abrazara como si las luz de las estrellas se detuviera en el espacio, sus miradas refulgieron en un instante eterno, un pasaje sin tiempo, inmortalizándose con los destellos que producían al mirarse, y de pronto el resplandor infinito de sus deseos los envolvió, saliéndose de si mismos para mostrarse el uno al otro y divisar con la desnudez de sus almas sus recónditos misterios a la intemperie, con ese instante que no era si no una reacción de sus mentes y una fracción de los espíritus que ostentaban, la contemplación de estos seres se fue elevando a puntos increíbles, las auras multicolor que poseían empezaron a llenarse tan exageradamente, que fluctuaban como tormenta eléctrica, creciendo cada vez mas, hasta encontrarse y unirse en una sola aura inmensa y maravillosa, entonces todo lo que los rodeaba dejó de ser lo que era la bruma, la arena, el mar, empezaron a flotar como en un descontrol de gravedad, era como si todo rompiera las reglas que lo regia hasta el punto de precipitarse y convertirse en espectaculares reflejo y destellos, explosiones de magia condesada en energía acelerada y sus cuerpos de un momento a otro empezaron a ser intangibles, empezaron a ser lo que siempre habían soñado, luz perpetua, divulgación de dualidad, crecieron por el sendero que los llevaría a ser uno con todo, uno con DIOS…
 
En ese momento, cuando sus esencias se acoplaron para ser un solo ser en perfección, comprendieron que el espacio finito donde yacían no los podía alberga a cabalidad, aunque en verdad ningún espacio lo podía hacer, y era hora de buscar el final de todo, el comienzo del mismo, era hora de ser su mismo dios dentro de su dios.
Y fue así como empezaron a multiplicarse en infinitos seres para formar por fin lo que todo ser en su estancia desea, la fantasía primordial de la evolución reciproca, y poder entonces empezar de nuevo.

Conversaciones conmigo mismo
No existe la dualidad  por que todo es psicológico, todo hace parte de una perspectiva,
-“las cosas son como son y no de otra forma”
-una observación, un ángulo son conocimientos parciales de una perspectiva.
Que es malo y que es bueno, entendemos por malo todo aquello que de alguna forma nos perjudica y bueno todo aquello que nos beneficia
-si una persona cree que alguna acción en especial es mala va crear conflicto con el realizador de la acción, ignorando que el sujeto que ejecuta la acción no percibe aquella acción como mala. Se trata de las perspectivas y psicología de los actos realizados por el sujeto o el entorno
¿Entonces existiría la dualidad? O simplemente son conceptos con falta de visualización de prospectiva
Yo diría que las cosas obtienen su valor según el punto de observación del sujeto, nada absolutamente nada tiene un valor absoluto, nada puede ser general, y si fuese así, fuera un concepto errado, cada uno puede darle el valor cualquiera a la acción que quiera.
-ósea espera… me esta diciendo que probablemente los conceptos generalizados de una sociedad  puede estar errado, tus palabra contienen una gran magnitud, por que estas aboliendo el sistema en que se estructuran las sociedades.   
-si, en que en verdad la psicología humana esta errada, en gran parte. Si pudiéramos ver de aquel sujeto que ejecuta la acción, comprenderíamos que en verdad la acción no es mala
Mi ejemplo: cuando yo veía  rezando a las personas las avemarías o esas retahílas compuestas yo me preguntaba si eso en verdad le agradaría a Dios, por que mi perspectiva era que cuando rezaba tenia que hacerlo con el alma como si estuvieras conversando con el “bale” directamente, entonces yo entraba en conflicto con aquel que rezaba retahílas, entonces me puse a observar la perspectiva de otro rezador y me di cuenta que aunque el rezara con todas esa retahílas lo Hacia con el alma y me di cuenta que su perspectiva psicológica era perfectamente relativa como mi perspectiva,
JESUS ORTEGA 



“¿PREGÚNTAME SI ME IMPORTA?”
Que en otras palabras es lo mismo que:  
“¿Y A MÍ QUÉ ME IMPORTA?”
 
 

Imaginemos que ha habido una resolución o un juicio que afecta a un hombre determinado. El pronunciamiento hiere su propia estimación. Frente a un suceso de esta naturaleza, se realiza en la práctica un acoso. El hombre se siente sin salida, porque es dado a polemizar sobre aquellos aspectos muy generales y poco íntimos en que puede exponer sus pensamientos y reservarse dentro de las palabras. Es muy fácil hablar, pero realmente dificultoso explicar actitudes personales, justificar los propios actos, hacer comprensibles las posiciones humanas. En nuestra época ese es un trabajo de técnicos, de psiquiatras o psicólogos. La facilidad con que se presenta el axioma socrático de “conócete a ti mismo”, es un laberinto complicado en cada ser individual. Es muy lamentable que nos perdamos la mayoría de las veces, en la práctica del intento. Este hombre acosado por un juicio ajeno a él mismo y que lo reduce a un concepto, tiene un camino fácil de salida. Entonces responde: “a mí qué me importa”.
La oración es tan negativa como insincera en la generalidad de su uso, pues quiere decir que al sujeto no le importa, le tiene sin cuidado el pronunciamiento o el juicio vertido sobre él. La razón busca desprender el malestar, hacerlo ajeno, suprimirlo de toda consideración y aprecio. Y cuando más hiera, más estorbe, más duela, el hombre afirma negativamente su importancia. Busca en la insinceridad de la desvalorización, liberarse de las preocupaciones que tiene, menoscabándolas.
Pretende insensibilizarse ante el golpe que le ha dolido y le sigue doliendo. Por diversos caminos mentales, trata de recuperar su fuerza, pero exteriormente se defiende con una capa de indiferencia.
La primera cosa que denota esta expresión, es la de que en realidad es un grito desnudo de libertad. El hombre al exclamarla desea sentirse libre de todo juzgamiento, insensible a cualquier golpe, normalmente acomodado a su circunstancia. Algo lo ha conmovido, algo que quiere olvidar, negar, apartar del círculo de su vida. Es el sentimiento de libertad defensiva que todo ser humano alega en determinado momento para sí mismo, con la gala desnuda de su egoísmo. No quiere preocuparse, no quiere sensibilizarse, no quiere alterarse.
Deseo limpio y desnudo de libertad irresponsable, libertad que en los momentos cruciales de nuestra vida exigimos porque nos estorba el comentario, la intromisión, el auscultamiento de nuestros actos, o porque nos queremos reservar en el nivel de nuestra propia seguridad, ignorando cualquier alteración. Esa libertad irresponsable es el silencio de la sensibilidad, la ignorancia de los demás, el reconocimiento genuino de nuestra esfera cerrada. El cierre de puertas a lo que no sea propio, exclusivamente personal, a las voces ajenas, a las demandas de otro, a los comentarios que afectan.
La expresión no cubre únicamente lo personal y con ello se abre otro campo al análisis. “A mí qué me importa”, se refiere a cualquier suceso que pretenda sembrar inquietudes ajenas a los intereses particulares. Resulta que los conceptos más difundidos, de carácter cívico y social como parte sustantiva de la vida de cada individuo, con los que se ha nacido y crecido, pueden exigir un esfuerzo, una colaboración extraordinaria, una integración espontánea u obligada de un individuo. El “a mí qué me importa” puede ser una respuesta que lleva consigo una traición, un olvidarse de las proyecciones humanas del hombre como parte de la humanidad.
La libertad irresponsable ante el gesto egoísta, se convierte en libertad vacía porque la libertad como un propósito individual, como un medio de salvaguardar el derecho a vivir aislado, como un grito inconsciente de hacer lo que viene en gana, es una libertad sin contenido humano. Nada se encuentra en ella, ni un gesto amigo, ni una señal de ternura, ni una prueba de consideración humana, menos el aviso de un sentimiento hondo como el amor. Puede existir la salvación individual porque es un acto de enfrentamiento del ser ante sí mismo o ante un ente superior, y la salvación individual no puede ser nunca insensibilización, el olvido de los demás o la inconsciencia solidaria, pues comprende una rendición de cuentas, sobre el grado de humanización.
Puede existir también la independencia personal; es más, debe existir si se quiere ser alguien y adquirir calidad humana. Independizarse es el hecho indispensable para iniciar la valorización de los actos ajenos y propios, para darle importancia a las cosas. El que ha conseguido la libertad a fuerza de insensibilización, es un verdadero autómata, el moderno robot de nuestra sociedad, el capitalista del “a mí qué me importa”, como reacción ante el acontecer humano divorciado del sujeto, la separación rotunda del yo ante el legítimo derecho de los otros pronombres, sobre todo la ignorancia del nosotros. No se dice “a nosotros qué nos importa”, salvo el caso en que un interés determinado de irresponsabilidad y de egoísmo haya unido a un grupo.
El “a mí qué me importa” enseña indiferencia, insensibilidad, inconsciencia, deshumanización, irrealidad caprichosa, mentira, irresponsabilidad, consuelo cobarde, carencia absoluta de valor y de independencia. Nadie logra ser independiente por la puerta del escape, nadie llega a independizarse con los ojos y los oídos cerrados. Ser independiente exige lucha, enfrentamiento valiente con los problemas, victorias sobre el egoísmo e integración verdadera con el reconocimiento humano. La indiferencia es un peligroso camino hacia la esclavitud, es la dependencia del a mí sí me importa la pequeñez, la concepción del ser como pasajero agarrado a lo mezquino, la glotonería en el reparto de la usura social. La irrealidad caprichosa se demuestra en el deseo iluso de pretender únicamente lo aceptable desde el punto de vista de la comodidad de cada quien.
Es el rechazo de lo incómodo, ya sea revestido en forma de pregunta, la inquietud, de pensamiento hondo, de preocupación social o personal, de conmoción íntima o de conciencia de altura. El hombre se miente a sí mismo con la expresión de “a mí qué me importa” y la mentira puede llegar a ser tan vital como la irresponsabilidad en que se ha sumido. La irresponsabilidad en nuestra época es una de las tantas drogas con que al negar nuestra realidad, también nos negamos a nosotros mismos. Se presenta como un epílogo el consuelo cobarde la importancia, que significa la carencia absoluta del valor necesario para vivir como ser humano capaz de ser en la fuerte vibración de la humanidad.

Por: Indiana Bécqueer
      

 
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